Hace un par de semanas y a propósito de cambios en la planta funcionaria en la corporación municipal, en redes sociales se difundió la expresión «los concejales brillaron por su ausencia». La expresión quería dar a entender que los concejales no habían hecho nada y la evidencia de aquello era que nadie sabía que hubiesen hecho algo. La argumentación era que lo que se afirma ( que los concejales no hicieron nada ) es cierta porque no hay evidencia al contrario.
En lógica esta argumentación es conocida como argumentum ad ignorantiam, y no es más que una falacia ( como no te vi hacer algo entonces puedo afirmar que no lo hiciste ), en este caso se cuestiona el trabajo de los representantes comunales poniendo el peso de la prueba en contrario en sus hombros. Considerando que hay gestiones que se realizan mejor en privado y que la excesiva publicidad puede dañarlas , o que la exposición innecesaria puede violar la privacidad de alguna persona, exigir la difusión de cada acto es al menos poco razonable.
La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia
Representantes y representados
No es mi intención, ni labor defender a ningún concejal ni funcionario en particular, ya podrán hacerlo ellos mismos si así lo consideran oportuno, pero no puede dejar de venir a mi cabeza la pregunta de ¿en que momento los representantes pasan a una imaginaria vereda del frente y los convertimos en el blanco de las críticas improvisadas de los propios representados? No veo razón para que al momento de ser electa, la persona a la que le confiamos los votos se convierta en objeto de todo tipo de sospechas y deba publicar todas y cada una de las cosas que hace.
Desde el momento que es electo, vemos transitar al que iba a ser nuestro representante por la vereda del frente y ya no nos sentimos representados sino engañados, sin razón, algo en nuestro interior nos dice que el del frente es por definición peligroso, mentiroso, indigno de confianza y culpable de todo hasta que se demuestre lo contrario. Nace la desconfianza que corrompe cualquier intento de trabajar hombro a hombro por metas comunes.
Dirigentes y representantes
Esta triste actitud es inexcusable, lo cierto es que más que la vereda por donde caminamos en cierto momento, lo relevante es la dirección en que lo hacemos, la meta que perseguimos. ¿Cómo podemos conocer las metas del otro si por desconfianza no nos comunicamos o peor aún, si irreflexivamente lanzamos acusaciones basados en un irresponsable «a mi no me consta que haya hecho algo»? Este tipo de comentarios son todavía más reprochables y dañinos cuando son emitidos por dirigentes sociales, ya que ellos mismos son representantes y a la vez formadores de la opinión de sus respectivas comunidades. ¿Es muy difícil cultivar una actitud de cooperación? Llamar a los que se va a acusar públicamente y preguntar que han hecho, que piensan, por que han actuado o dejado de actuar de cierta forma no es difícil, menos en una comunidad chica como La Reina, y es especialmente factible para los dirigentes vecinales.
La crítica y acusaciones

La crítica es una actitud positiva cuando se basa en hechos, en una reflexión responsable, así es bienvenida, así es un aporte. Las acusaciones tienen un lugar importante, necesario, útil, constructivo, los representantes deben ser fiscalizados, pero fiscalizar no es lanzar al voleo sospechas basados en un «me tinca», fiscalizar es enterarse de lo que se hace y lo que no, reunir antecedentes, investigar. La definición de la palabra fiscalizar es «Observar los actos de una persona para hallar faltas«, observar no es estar al margen e inventarse un cuadro basado en sospechas o juzgar teniendo como «prueba» la ausencia de pruebas.
No soy tan ingenuo para pensar que todos tenemos siempre buenas intenciones, o que todos están haciendo bien y diligentemente su trabajo y que si nos nos enteramos es sólo por falta de información. Probablemente algún representante o funcionario no ha hecho su trabajo y por eso no nos enteramos de su labor. No, ciertamente hay que exigir a los representantes que cumplan con sus obligaciones, pero hacerlo responsablemente, con altura de miras, no como un ejercicio de descargo personal. Si así lo hacemos el representante realmente nos representará, el funcionario funcionará, los dirigentes nos dirigirán a algún lado y la comuna sera una comunidad en unidad.