Durante el año 2013, estábamos buscando oportunidades de emprender con proyectos que habíamos estado desarrollando en Inria Chile, un centro de excelencia francés que habíamos instalado recién, en colaboración con varias universidades chilenas y financiamiento de la CORFO. En esos días fue Tomás Barros quien fue a convencerme de crear una empresa de servicios de voto electrónico, y me argumentó que después de las protestas ciudadanas del 2011 quedaba en claro que el mundo político iba a requerir una herramienta de participación directa, que permitiera interacción frecuente con la ciudadanía. Yo era bastante escéptico, me parecía que esto iba a generar reticencia y dudas de parte de los usuarios, que no iban a querer perder las virtudes del papel, que funcionaba bastante bien. Y por lo tanto, el crecimiento iba a ser muy lento. Más por cariño por Tomás (era un ex-alumno mío con el que habíamos desarrollado múltiples proyectos juntos) que por convencimiento, terminé empujando este proyecto. Había una historia política que nos atraía a este tema, ambos fuimos dirigentes estudiantiles (yo en los ochenta y él en los noventa) y sentíamos que a la política le hacía falta tecnología.
El experimento clave para nosotros fue la elección simbólica de los chilenos en el extranjero para la presidencial 2013, en que todavía no tenían derecho a voto. Generó mucho interés y decidimos crear la empresa el 2014. Gracias a la computación en la nube, no necesitamos grandes inversiones para partir, y pudimos ir comprando la capacidad requerida para cada elección que vendíamos. Nuestro primer cliente pagado fue el Colegio Médico y el primer cliente que vino a pedirnos este servicio fue el Sindicato de Pilotos de LAN (en esos tiempos no eran LATAM aún) y tuvimos que esperar el permiso de la dirección del trabajo que validara nuestro sistema para ese tipo de elecciones.
Desde entonces, hemos ido creciendo y avanzando, habiendo ejecutado más de 500 elecciones de diversos tamaños. El Domingo 15 de diciembre fue un hito histórico para nosotros: lograr un millón de votos en 29 comunas sin tropiezos y con toda la presión encima. Fue emocionante aportar en este proceso para apoyar la valiente opción de los alcaldes de empujar esta consulta a pesar de todos los obstáculos encontrados y del corto tiempo que quedaba. Por otro lado, fue un excelente ejemplo de lo difícil y relevante que es esta tecnología para la política: el secreto del voto, la rapidez del recuento, la disponibilidad de la plataforma y, lo más importante, la confianza de los electores en el sistema. Aún faltan varios temas para terminar este largo camino hasta una presidencial: desde una buena autentificación del votante (validar que la persona es quien dice ser) pasando por el secreto del voto (que nadie pueda saber mi preferencia) hasta una auditabilidad de resultado (poder recontar los votos para asegurar que el resultado no fue manipulado). Pero en este camino hay muchos pasos intermedios, consultas masivas como ésta última, elecciones gremiales y organizacionales, participación ciudadana de todo tipo. Los municipios son un excelente punto de ensayo para estas tecnologías, permitiendo trabajar en presupuestos participativos, proyectos ciudadanos, priorización de áreas, etc. Pero también son un perfecto punto de partida para la discusión constituyente que se nos viene.
Cuando creamos la empresa ( EVoting ) en 2014, hicimos un bonito plan de negocios que nunca se cumplió. El principal cliente en ese plan eran los movimientos políticos y municipios. Por muchos años, nos dedicamos a los sindicatos y gremios, y el mundo político fue más esquivo. Tal vez ahora comenzaremos recién a cumplir nuestros sueños, y lograremos modificar la sociedad, haciéndola participativa e inclusiva, como los movimientos del 2011 lo hacían presagiar. Estamos comenzando la historia del futuro.