Pandemia y Salud Mental

Todo lo que no quisimos ver de nosotros mismos

Durante la pandemia nos encontramos de manera intensa con nosotros mismos, muchos nos quedamos encerrados meses con la familia o incluso solos sin la posibilidad de salir para nada que no fuese urgente, las calles se volvieron desiertos y hasta llegaron animales salvajes a la ciudad. Todo lo que nos daba una relativa seguridad de lo que significaba vivir en nuestro país se vio en peligro y cuando el entorno se pone en peligro, también lo hace la psiquis, la cual comienza a funcionar en un estado de emergencia, bien conocido como el estrés.

El problema es que cada uno de nosotros tiene diferentes funcionamientos en crisis que empezaron a salir a la luz en esta época, algunos se manejában con tranquilidad, otros con excesiva distancia ¿recuerdan una señora que apenas le diagnosticaron COVID salió a la plaza a hacer vida social? Bueno, ahí vemos un comportamiento en crisis de negación donde intentamos convencernos de que el peligro no existe y así simplemente lo hago desaparecer, otros arrancaban de sí mismos incluso corriendo sin rumbo como cuando se corre en un terremoto.

Todo esto nos hizo encontrarnos con nuestro lado más complejo, porque el estado de alerta es fundamental para preservar tu vida, pero genera naturalmente un desequilibrio y encontrarnos en desequilibrio nos releva uno de los miedos mas grandes que tenemos como ser humano, que es a estar locos. Foucault lo describió muy bien cuando mostraba como gran parte de la historia nos hemos dedicado a excluir de la sociedad todo aquello que nos refleja lo que no queremos ver de nosotros mismos, las prisiones, los locos y los “desviados “. Sin contar con todos los procesos de duelo que surgen también de las consecuencias directas de la pandemia, que generan de por si un desajuste en nuestro estado emocional.

Y la pandemia nos dejó solos enfrentados con nosotros mismos en funcionamiento de estrés por la crisis, es decir que nos dejó solos con nuestras locuras y desequilibrios, razón por la cual muchas personas empezaron a asistir a terapia, colapsando atenciones de las instituciones de salud[1] y de los profesionales independientes y aumentando además los valores de la terapia.

Para quienes trabajamos en el área sabemos lo esperanzador que fue ver como por primera vez se le daba una relevancia social y política a la salud mental, entendiéndola como una urgencia y una base de cualquier proyecto de bienestar humano, al nivel que todas las personas lo mencionaban como un eje central, llegamos tan lejos que incluso se empezó a comprender que una sociedad responsable de su salud mental entendía que esto era un problema transversal, que iba más allá de tu historia individual y que mucho tenía que ver tu contexto y entorno sociocultural para poder garantizar una buena salud mental.

Pero al final se repitió lo mismo que pasa cuando solo vas a terapia un tiempo, sin terminar el proceso. Te desahogas, te das cuenta de cosas y conoces tu propia historia sin embargo te quedas ahí, sin herramientas para enfrentar esto y sin posibilidad de reparar. Nos vimos de pronto develando el pésimo sistema de salud mental que había en chile, viendo cómo se centraba solo en que ingresaran pacientes pero jamás en si había sido efectiva esa terapia a su egreso, que los profesionales tenían tantos pacientes que no podían verlos con la frecuencia semanal que requiere cualquier terapia y por su lado, todo el sistema particular de atención psicológica era un desastre, con valores muy diferentes sin que eso tuviese que ver con la calidad del profesional.

Y empezó otra vez la vida, una vida post pandemia, nos fuimos sacando las mascarillas, nos volvimos a ver y algunos continuaron en terapia, otros volvieron a evadir toda esa locura que apareció en pandemia y a tratar de aplastarla de la manera que fuese. Los problemas de salud mental en Chile no solo aumentaron con la pandemia, también mostraron ante nosotros dolores ocultos y guardados del pasado. Y todo el avance en proyectos de salud mental y en la comprensión de su carácter transversal, se quedaron congelados mientras volvíamos a la vida cotidiana a ocuparnos en automático de todo lo pendiente. Cuantas personas que conocemos estarán luchando con sus demonios para que no se noten o tapándolos con exceso de trabajo, exceso de carrete o exceso de urgencias. Y para que todo lo avanzado no se pierda, debemos continuar presionando y trabajando juntos para exigir mejoras en nuestro sistema de salud mental, para que este sea un derecho ganatizado de todo ser humano, por que vivir con una mala salud mental, no es vivir la vida

 

[1] Según estadísticas de la Superintendencia de Seguridad Social, en abril de 2020 se cursaron 95.825 licencias médicas asociadas a trastornos mentales, lo que equivale a un 36% del total de permisos entregados durante todo ese mes a nivel nacional, y muy por sobre los trastornos del sistema respiratorio e incluso el COVID-19. (T13 diario online, con fecha 8 de junio de 2020)

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Acerca de Manuela Gatica 4 Articles
Soy Psicóloga de profesión, candidata a magister en psicología jurídica y forense, y fundadora de la Comisión de Salud Mental y niñez de Convergencia Social, he trabajado toda mi vida en temas de violencia intrafamiliar y vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes